Comentario
El declive hacia el oeste del terreno en que se levanta la catedral alcanza al final de las naves la altura suficiente para hacer posible y necesaria una cripta. Mucho se escribió acerca de su construcción, al menos en parte, antes de Mateo y su remodelación por él. Después del estudio del profesor Caamaño no existe duda de su paternidad mateana, aunque algunos capiteles no siguen sus directrices artísticas. Según Lamben esta cripta "supone ya una construcción muy original en la que es evidente la inspiración borgoñona".
La preside y centra un pilar con ocho columnas: cuatro entregas y otras tantas acodilladas y de fustes más delgados. Son necesarias para sostener los arcos de la "especie de deambulatorio" que se desarrolla a su alrededor, y las bóvedas de crucería de la parte oeste.
Tan peculiar girola está presidida por una pequeña capilla rectangular cuyo testero reitera la organización del exterior de la del Salvador -central de la girola de la catedral- y hastial norte del crucero. Sobre esbeltas columnas se disponen sendos arcos en mitra con otro central de medio punto peraltado. A los lados de esta capilla se encuentran dos nichos: el primero, semicircular; y el siguiente, de nuevo rectangular. Las bóvedas son trapezoidales.
Ante el pilar se desarrolla una especie de crucero, o el inicio de cuatro cortas naves, para algunos. Sus bóvedas son de crucería apeada en pilares compuestos, de sección más romboidal que cruciforme, o en responsiones. La decoración de las claves es especialmente interesante en las centrales, en las que se ha tallado un ángel. El izquierdo con un disco solar llameante; el otro, con un creciente lunar que sujeta con sus manos veladas por un fino paño. Este parece emerger del centro de la clave, como si descendiera de lo alto y asomara entre una corona de hojas. Según el profesor Moralejo "estos ángeles astróforos son obra de manos y aún de talleres diferentes: el moderado relieve de la clave del sol, que apenas ofrece posibilidades para el juego lumínico, contrasta con la valiente proyección de volúmenes de la otra clave, donde nos sentimos inclinados a reconocer una manera aproximada a la del que hemos llamado maestro de los paños mojados". La importancia que esta iconografía tiene en la del Pórtico de la Gloria es grande, de manera que el "sistema simbólico no es cometido exclusivo de las figuraciones, sino también del total organismo arquitectónico que las soporta". Con base en el Apocalipsis, la cripta representa al mundo terrenal, necesitado de astros para iluminarse, mientras que la "Nueva Jerusalén no había menester de sol ni de luna que la iluminasen porque la gloría de Dios la iluminaba, y su lumbrera era el Cordero". En los otros dos tramos se abrían unas puertas que por angosta escalera permitían el acceso a las naves laterales de la catedral.
A través de la doble portada se accede a la parte más occidental de la cripta. En aquélla destaca la riqueza ornamental y el virtuosismo en la labra del duro granito de las jambas, arco, capiteles y columnas. Los laterales han sido alterados por la escalinata de acceso a la lonja del pórtico. En esta zona se utilizan bóvedas de aristas. Los capiteles de la cripta han sido siempre objeto de especial estudio. Es fácil distinguir formulaciones alejadas de Mateo tanto en el tratamiento de sus hojas y figuras como en los temas. Otros están en mayor concordancia con sus directrices, por ejemplo los de entrelazo vegetal, y no faltan los que recuerdan a los más sencillos de los del triforio. Puede afirmarse con Moralejo que "el grueso del programa decorativo de la cripta ha de vincularse, pues, a un taller de filiación extraña a Mateo, más o menos contemporáneo de él, y cuya actividad puede presumirse efímera, dada la escasa huella que deja en el piso superior".
Estructuralmente la cripta salva el desnivel y sirve de soporte al Pórtico de la Gloria. El pilar central es el encargado de aguantar el parteluz. Los cuatro tramos cubiertos con bóvedas de crucería se corresponden con el nartex del pórtico. El otro pilar, en eje con el precedente, es el más vigoroso a pesar de que no iba a sostener a otro soporte, aunque sí había de ayudar a mantener el arco superior y la fachada. Luego fue aprovechado como sostén del parteluz del Obradoíro. La multiplicación de columnas hacia el occidente se justifica por la monumental portada. Sobre los tramos delanteros de la cripta se dispone la lonja abierta hasta el hastial.
Cabe preguntarse cómo sería la fachada de la cripta y qué figuras la ornamentarían. Unas estatuas encontradas por el doctor Chamoso se creyó que podrían pertenecerle, y su cronología se retrasó hasta tiempos de Gelmírez. Gómez Moreno pensó que alguna podría atribuirse a un Mateo joven, que estilísticamente se relacionaría con Fruchel, lo que confirmaría su hipótesis sobre la formación de Mateo. Tales relaciones, según el profesor Otero, no pasaron de ser simples "coincidencias ambientales dentro del panorama escultórico de fines de la XII centuria". Otra de las piezas es la que Moralejo ha atribuido al "maestro de los paños mojados". Es dudoso que tan magníficas esculturas procedan de esta enigmática fachada que quizá no recibió un tratamiento especial, reservándose éste para la parte alta.
Otro punto problemático es si había o no acceso desde el exterior de la cripta hasta la lonja de la fachada. Las opiniones suscitadas se sintetizan en dos. Unos defienden la existencia de una escalinata que conduciría a los arcos laterales del hastial, o podría haber sido de mayor empeño y monumentalidad, incluso con estatuas. Otros creen que el acceso sólo era posible a través de la cripta a las naves laterales, y la lonja sería un mirador. Si de la primera opinión no se conocen restos, a la segunda le servirían de apoyo las organizaciones de la fachada principal de la catedral de Orense, que hasta hace pocos años no tuvo escalinata, o la misma fachada de San Esteban de Ribas de Miño (Saviñao, Lugo), que también se alza sobre una cripta, y ante la que se forma una lonja sin acceso directo. Si no existió tampoco en Santiago se entiende mejor la falta de puertas de madera hasta mediados del XVI.
Por último, es necesario preguntarse cuál sería la finalidad de tal cripta además de apear al Pórtico de la Gloria. ¿Se pensó, acaso, en utilizarla como panteón real? Es posible, pero si Mateo imaginó que un día su protector, Fernando II, reposaría aquí junto a otros reyes fue un proyecto que no llegó a realizarse.